Todas las acusaciones recaían como losas sobre los cuatro lobos sentados en el banquillo. Tan sólo Alfa aparentaba entereza mientras que Betty, Gamma y Delta mostraban notable pena e impotencia ante las injustas imputaciones. Tras larga y tensa sesión, y a falta del veredicto, irrumpió en la sala el joven lobezno Omicrón que, con un dosier entre los dientes y rodeado de varios guardabosques y policías, se acercó a la tarima para depositar la documentación probatoria que el abogado de oficio había olvidado.
Se mostraba una fotografía de Alfa, vestido de abuelita rodando la película de “Caperucita en Los Alpes” con certificado y fechado de la productora “Perrault Films”, por lo que se le eximía como ladrón de gallinas en un corral a cientos de kilómetros.
También un artículo de periódico portugués, con foto incluida, en la que se distingue a Betty, Gamma y Delta portando una pancarta en la manifestación de lobos en Lisboa, justamente el mismo día en que fue atacado el rebaño de ovejas en los montes asturianos. Por cierto, en las pancartas se podía leer: «NÓS, LOBOS, QUEREMOS O NOSSO ESPAÇO». «NÃO SOMOS ASSASSINOS». «NÃO QUEREMOS SER OS MAUS DA FITA».
A modo de justificante probatorio, también se incluía un libro de S. Freud titulado “La interpretación de los sueños” para evidenciar que los lobos tampoco son los culpables del terror nocturno ni onírico.
Se leyó un documento del naturalista Rodríguez de la Fuente, por el que se recordaba que el lobo es pariente directo del mejor amigo del hombre.
Ante tan contundentes pruebas, la manada de lobos quedó absuelta de los hechos criminales imputados, no obstante y para calmar la ira de las gentes y saciar la sed informativa de los medios de comunicación, los jueces sentenciaron a la manada, a pagar el I.B.I. y la contribución rústica por el uso y disfrute de los bosques norteños.
Y colorín colorado.
IsidroMoreno