BATALLA CAMPAL

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De nuevo quedaba desconsolada y ya era su tercera decepción amorosa que ni su alma, ni su cuerpo adolescente podían soportar.

Encorajinada por el dolor, tomó su corazón quebrado y con rabia lo lanzaba una y otra vez contra el cuadro de ese angelito rubio que, insistente, le seguía disparando flechas.

IsidroMoreno

SEGUNDA OPORTUNIDAD

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Al principio, en el frondoso jardín y como nueva opción, se instalaron unos cuantos ofidios, bastantes roedores y otros muchos insectos. Aunque la convivencia resultaba satisfactoria, el creador del invento quiso aumentar las especies con otra de superior rango y así volvió a crear al hombre y de su costilla, a una hermosa hembra, esperando un mayor éxito que en el intento anterior.

La convivencia en ese idílico jardín comenzó a resentirse, pero un día, Eva, que así se llamaba la compañera de él, celosa de la preponderancia de los ofidios, ofreció una manzana envenenada a la serpiente. La serpiente enfermó y aún moribunda, fue expulsada del jardín ella y sus congéneres.

Ante la falta de depredadores, aumentaron los roedores y cabreado Adán, que así se llamaba el compañero de ella, ingenió inútiles trampas. Ganole en eficacia Eva, que a golpe de escoba sí que conseguía, al menos, ahuyentar a los bichos vivientes.

Ya casi solo quedaban ellos en el jardín que ahora no pintaba como edén, sino como un sucio y descuidado parterre, lo cual molestó al ingeniero creador que, como esta ya era una segunda oportunidad, admitió que los humanos no tienen remedio y con sus ansias de poder, acabarían hasta con su propia especie.

Así pues, el decepcionado creador cesó en tenderle su incondicional ayuda, o sea, fueron dejados de la mano de Dios y ambos, comenzaron a vestir con hojas de parra, a levantarse a canto de gallo —que alguno quedaba— y a procurarse el duro sustento diario porque el Edén ya no era lo que había sido, ¡dónde iba a parar!

Siguiente capítulo:

«De cómo después vinieron los hijos, las envidias, los celos, el fratricidio y cuantas tribulaciones acontecieron».   

 

IsidroMoreno

LAS PRISAS NO SON BUENAS

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Me hablaron de un concurso de relatos inspirado en muñecas. Aunque me gusta el deporte, la bicicleta y jugar al futbolín, también escribo relatos y escribí uno sobre el tema. Nunca supe apreciar mis muñecas hasta que se me rompieron al caer de la bici. ¡Cómo las echo de menos! Ahora llevo ambos brazos escayolados desde la muñeca hasta el codo y no he podido echarme las manos a la cabeza cuando he descubierto que el concurso literario iba por otros derroteros.

 

IsidroMoreno

LA CREACIÓN

El primer día quise comenzar y visualizar mi reto: Di la luz y la luz me iluminó. Acto seguido formé el cielo, el horizonte y la tierra y vi que no estaba mal.

Y el segundo día estaba un poco cansado, así que me dediqué a retocar y completar montañas. Nada más.

Y el tercer día, decidí organizar la vegetación sobre tierra firme y diferenciar esta sobre las azules aguas del mar, que no es poco.

Y el cuarto día, comprobé que los cielos me quedaban muy sosos, como huecos sin completar, por lo que busqué y rebusqué hasta que estrellas encontré. Como era poca iluminación, necesitaba algo más bello y luminoso para deshacer las tinieblas, hasta que caí en la cuenta que aquella figura parecía una luna, y la puse. Seguía faltando luz y color; entonces me arriesgué y encajé la gran linterna: El sol. Para el color que mejor que un Arco Iris. Lo incorporé. ¡Ahora sí que había luz, alternancia y contrastes en el cielo! Vi que aquello era bueno.

Y el quinto día, observando la belleza de lo que había hecho yo solito, con mis manos y la imaginación, quise darle movimiento, así que, registré por aquí y por allá en los rincones de mi caja de sorpresas y comencé a introducir y a colocar animales en el agua, pero como apenas se percibían desde el exterior, busqué algunos con alas y los puse a volar por el aire.

Y el sexto día, después de observar la correcta evolución de todo, decidí poner también animales sobre la tierra firme. ¡Aquello era otra cosa! ¡Cuán bellos eran los animales! Me vine arriba y me dije: ¿Por qué no un animal a mi imagen y semejanza? Y he ahí que puse a Adán, “El Hombre”. Pero rápidamente me di cuenta que no era bueno que el hombre estuviera solo, además ese Adán era bastante inútil y pronto se aburriría, por lo que le puse a su lado a una atractiva y espabilada señorita llamada Eva, que por eso significa primera mujer. Entonces, aquello era otra cosa, ¡dónde iba a parar! El soso de Adán me lo agradeció, o eso creo yo, porque siempre miraba hacia el cielo con cara bobalicona.

Y el séptimo día, me levanté un poco más tarde, pero no descansé como creen muchos. Sólo faltaban algunos huecos por cubrir. Para completarlos, incluí un idílico jardín para los dos tortolitos; también, como atrezzo para el guión, coloqué alguna serpiente, algún frondoso manzano y algunas hojas de parra.

Ya estaba cansado, era domingo y me quedaban algunas de las cuatro mil piezas de ese gigantesco puzzle, pero opté por hacer un último esfuerzo y saqué fuera de la caja las pocas fichas restantes.

Así pude descubrir que una pieza con la imagen de una paloma sujetando una hoja de laurel en el pico, no me encajaba en ningún sitio. La empotraba entre otras piezas, pero rápidamente la presión la hacía saltar. Estaba claro que la pobre paloma de la paz no hallaba un lugar duradero; tendría que rebajar su contorno para que se instalase aunque con fragilidad, pero es sabido que la fragilidad es la característica de muchas situaciones y cosas hermosas. También encontré una pieza con la silueta de una señora con los ojos vendados, una espada y, en otra mano, una balanza: ocurría igual que con la paloma, pues la pieza parecía encajar en múltiples huecos, pero en pocos segundos, aprisionada por las piezas colindantes, saltaba de forma más patética que graciosa. No me parecía justo y también la dejé para luego recortar. No se puede tener todo.

La siguiente pieza a la que debía encontrarle ubicación, mostraba la foto de un avión estrellándose contra un rascacielos. Curiosamente esta pieza encajaba en muchos de los huecos aún pendientes de cubrir. Allá donde la colocaba, allí quedaba acoplada, como si fuese su lugar de toda la vida. Era una terrorífica imagen. Otro día la colocaría.

A punto de acabarse la séptima jornada, quise ensamblar la última pieza del día. Se trataba de la inquietante estampa de un carro de combate que, de forma sorprendente, encajaba a la perfección no en muchos, sino en todos y cualquiera de los huecos libres u ocupados de mi puzzle. Era como la pieza comodín de las cuatro mil que formaban mi colosal rompecabezas. Qué lástima que una imagen tan patética se amoldara a todas las situaciones. Aunque era acoplable, me negué a encajar esa máquina de guerra en mi tablero.  

Por fin me fui a descansar. Al día siguiente acabaría el puzzle de la Historia, o quizás no, porque me faltaban dos piezas: la del tanque y la del avión estrellado. Sin que nadie me viera las metí bajo la alfombra y nunca me acuerdo dónde están. Sé que existen, pero no quiero verlas porque no deseo que acabe ni se apague la bonita Historia —con mayúsculas—, que empezó con la luz.

Nota: Sé que no ganaré el concurso de “Relatos tuneados”, pero creándolo me he sentido como Dios. Con perdón.

IsidroMoreno

INTUICIÓN

 

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Nunca creí que me fugaría de casa. Me apena mucho dejar el que siempre ha sido mi hogar. Aún se me caen las lágrimas cuando recuerdo a mi madre que un día desapareció de mi lado y jamás supe de ella.

Mis amos siempre han sido buenos con nosotros, pero desde hace un tiempo, me da miedo cuando los veo. Llevo las dos orejas y el rabito vendados, primero me cortaron una, a los pocos días la otra y luego el rabo.

Ayer, mi amo me tomaba medidas y vi que estaba haciendo un artilugio de madera al que llamaba muleta y le oí comentar sobre la necesidad de tener un jamón, que si la crisis,  que si no pasa nada, que si las matanzas son para el invierno… No sé por qué, pero me asusté y me he escapado de la granja.

Con el olor a alcohol impregnado en las heridas y las cintitas en orejas y rabo, quizás no parezca un cerdito y no llame mucho la atención.

IsidroMoreno

MEJOR QUE NO

 

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Me llamarán para que baje a cenar en familia. Todos los años lo hacen por estas fechas, pero no bajaré porque no quiero ser tan bromista ni tan malvado como mi vecino Demetrio que, después de diez años de ausencia, se les apareció para cenar y provocó un infarto a su viuda, un ictus a su hijo y un susto de órdago al novio de su viuda.

 

IsidroMoreno

BESTIARIO II

Cada vez entiendo menos a nuestros lanzadores de palos. Que porque ambos seamos de raza Golden, porque tú seas preciosa, que yo sea un macho ejemplar —que lo soy—, se creen que pueden traernos aquí, en mitad de un huerto, bajo el sol de media mañana, para que forniquemos como salvajes, que te quedes preñada y que vendan nuestra camada para su beneficio.

Además piensan que somos tontos, que desconocemos el amor o ignoramos la pasión y el deseo. No solamente nos intentan aparear por la fuerza, sino que como no lo han conseguido, ambos se han tirado bajo la higuera quizás para demostrarnos como se hace. Ahora, mi dueña está gimiendo y chillando y el tuyo, tumbado sobre ella, jadea como un búfalo, pero si piensan que vamos a ir en su ayuda, están listos.

IsidroMoreno

BESTIARIO

 

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Me vendieron a esta nueva familia. Me tratan bien, pero todos los días me hacen correr tras una liebre de peluche mientras me jalean y me gritan: “¡A por la medalla!”

Ya estoy harto de tanto correr. No sé cómo explicarles que no soy ningún atleta vencedor y que me llamo «Can-peón», o sea, perro obrero, o-bre-ro.

IsidroMoreno