LOTERÍA DE NAVIDAD

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Primer día de invierno en las postrimerías del siglo XXI:

A través de mi ventana, contemplo la misma Alhambra y las mismas nieves de Sierra Nevada.  Desde los minaretes de la ciudad, las voces de los muecines entonan a dúo, con el mismo soniquete de siempre, los números y premios de la lotería de navidad que escucho con melancolía.

Y un año más, añoro mi lejana infancia, las vacaciones, los nervios previos al sorteo y a mis compañeros del San Ildefonso.

 

IsidroMoreno

 

CENA DE NOCHEBUENA

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Cuando acabe la cena, abriré los cinco brillantes paquetes que me esperan junto al árbol. Para aliviar mi soledad, me he hecho un regalo que he metido en uno de los paquetes. La sorpresa es que son iguales y no sé cuál es el que contiene las pantuflas. ¡Qué nervios!

 

IsidroMoreno

 

MANÍAS, TICS Y EXTRAVAGANCIAS

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Cuando era adolescente, sufrí, por un tiempo, el impulso inevitable de rozar un enchufe del baño cuando salía de la ducha.

Después, adquirí el tic de girar mi cabeza hacia atrás mientras conducía mi coche.

Desde hace unos días, cada mañana, al salir de la ducha y antes de coger el coche, abro el cajón, tomo el revólver con una sola bala, giro el tambor, muerdo el cañón, rezo, aprieto el gatillo y… hasta ahora lo he podido contar.

Hoy, en una carta dirigida al señor juez, explico mis obsesiones y acuso, en exclusiva, al insensato de mi alter ego.

IsidroMoreno

(Versión en 100 palabras de relato con mismo título, en 50 palabras, publicado por Facebook el 23-01-19)

EL REGALO

 

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Cada año en la carta a los Reyes Magos, pedía un coche de policía o una ambulancia; lo importante es que tuvieran luces y sirenas y fuese un coche largo, americano, como los de aquellas películas de los 60.

Me traían otros juguetes, bonitos incluso, pero nunca tuve el coche de policía ni la ambulancia. ¡Jo!

Hoy, minutos antes de acabar nuestro turno de patrulla, mi compañero y yo hemos entrado a unos grandes almacenes, para comprar a mi hijo un auto de policía; también le gustan esos coches y quiere ser policía como su papá.

No recuerdo nada más de la compra; un fogonazo y una fuerte detonación me han tirado al suelo, o eso creo.

Ahora, junto con un zumbido de oídos, oigo sirenas y veo destellos difusos de luces de colores desde la camilla sobre la que estoy tendido. Un rostro muy simpático me está pidiendo que no me duerma y ha colocado junto a mí una caja de cartón.

Claro que no me quiero dormir hasta no saber si es el modelo del auto de policía que yo buscaba, pero es que apenas veo las letras y dibujos en la caja del regalo.

IsidroMoreno